Friday, December 29, 2006

intelectuales colgados del presupuesto

FRENTE A SARAMAGO, INTELECTUALES COLGADOS DEL PRESUPUESTO
Pedro Echeverría V.

1. José Saramago, uno de los escritores e intelectuales más dignos del mundo y premio Nóbel de Literatura 1998, reaccionó de inmediato en Guadalajara, México, al saber que la Policía Federal Preventiva (PFP) había tomado las instalaciones de Santo Domingo en el centro histórico de Oaxaca. Subrayó que los uniformados "no lo hicieron con cascos y toletes, sino con armas de fuego", antes de preguntarse en voz alta, con visible indignación en el rostro: "¿Qué está pasando en México?" "¿Tengo que decirlo más fuerte? ¿Qué está pasando en México?"
2. Saramago leyó en la Feria Internacional del Libro, donde impartió una conferencia, un informe del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas acerca del ataque con rifles de alto poder que la PFP realizó el pasado sábado en Oaxaca, "dejando un saldo provisional de 126 heridos, más de 100 detenidos y un gran número de desaparecidos que no se conoce con precisión". Sin duda alguna el escritor, que en otros tiempos fue militante izquierdista, posee una gran experiencia sobre la represión contra los pueblos en el mundo, por eso sus palabras tienen un enorme peso.
3. En México, como seguramente se registra en otros países, casi todos los llamados intelectuales y escritores viven colgados del presupuesto público o de la empresa privada. No solo les importa un bledo la miseria, la opresión y la persecución contra el pueblo y las luchas sociales, sino que con diversos argumentos buscan justificar las acciones de gobierno para gozar los privilegios del poder. Durante décadas conformaron mafias alrededor de Paz y Krauze, por un lado, o de Aguilar Camín, por otro; sin embargo en los últimos tiempos los medios de información parecen agruparlos.
4. Los “intelectuales” mexicanos en libros, ensayos y artículos, así como en entrevistas en los medios, con el argumento falaz de la defensa del Estado de derecho y la democracia, terminan siempre condenando las luchas del pueblo e incluso justificando la represión contra sus movimientos. Después de 1968 el Estado ha tenido el cuidado de mantener a los intelectuales más prominentes con altos privilegios, mismos que han servido para redistribuir entre seguidores: becas, viajes, ediciones, espacios en medios, asesorías, nombramientos, así como algunos negocios privados.
5. Antes de 1968 eran muy pocos los intelectuales de izquierda o centro izquierda, por eso las huelgas obreras y ferrocarrileras de 1958-59, las luchas de los sesenta y el movimiento estudiantil del 68 fueron interpretados en todos los medios informativos como subversivos y comunistas. A partir de entonces, con la Revolución cubana, la guerra de Vietnam y la revolución cultural de la década, surgió en América Latina un pensamiento más cercano a las clases explotadas. Sin embargo también la nueva clase dominante aprendió y logró absorber al moderno pensamiento crítico.
6. La mayoría de los luchadores sociales de 1968 que no se vendieron abiertamente al gobierno y al capital fuimos absorbidos en las universidades como profesores o investigadores. Entretenidos en luchas dentro de la misma UNAM o IPN y apoyando algunas batallas externas, la clase dominante frenó la amenaza que representaba la rebeldía juvenil del los sesenta. Más tarde se incrementaron los privilegios a la generación de escritores e intelectuales. Hoy los centros de educación superior rechazan a centenares de miles de jóvenes, pero sus profesores e investigadores nada dicen.
7. Alguien me enseñó que es más importante vivir la revolución que escribir sobre ella. Los intelectuales piensan exactamente lo contrario, sobre todo después de 1968 cuando incluso se paga y se obtienen ascensos por investigar acerca de la revolución y por publicar la obra. Parece que ahora no se es escritor o intelectual por vocación propia sino porque eso permite lograr contratos, viajes al extranjero y escalar en los altos niveles académicos. ¿Puede un investigador despreciar lo que la Universidad le paga, hacer a un lado los privilegios a cambio de su libertad real?
8. Por ello no se da el contacto entre investigadores e intelectuales y el resto de la población. En las universidades se investigan objetos estáticos, estadísticas y se copian informaciones. La vida real que se da en las calles, en hogares, centros de trabajo, mercados, cárceles, en las luchas sociales, es completamente distinta. El pintor Alfaro Siqueiros tuvo razón al pintar en Ciudad Universitaria el mural de “El pueblo a la Universidad y la Universidad al pueblo”, sin embargo el divorcio de las instituciones superiores, sus académicos e intelectuales, con la población es evidente.
9. Es obvio que de las universidades no salen intelectuales sino sólo profesionistas universitarios que deben vender su trabajo y su conciencia a instituciones públicas y/o privadas. A pesar de que algunos profesionistas poseen algunas ideas y un instrumental para conocer bien el mundo en que viven, puede mucho más el espíritu de conservación del empleo, de los ascensos, de los privilegios. Así como los obreros se cuidan en la empresa de no externar sus opiniones, así también los profesores e investigadores universitarios guardan silencio ante los problemas sociales y las injusticias.
10. En México, en lugar de pedir que los intelectuales como Fuentes, Krauze, Aguilar Camín, se expresen como lo ha hecho dignamente el escritor portugués José Saramago ante la represión en Oaxaca, la de los campesinos de Atenco, la de los obreros mineros o contra el fraude electoral a López Obrador, es mejor decirles que no hablen porque –como ya se sabe- por los compromisos que tienen con el gobierno y los empresarios, terminarán justificando y apoyando la represión. Recuerdo a Fernando Benítez justificando su grito de “Echeverría o el fascismo”. ¿Podrán justificar a Fox y Calderón?
11. Pienso que es muy difícil ser intelectual íntegro porque siempre te llegan al precio. Cuando no se tiene un conciencia enraizada y se está desligado de las luchas sociales, con los privilegios que ofrece el poder: cargos, compensaciones, hoteles, viajes, comidas, tragos, se termina arrastrando la lengua y entregando todo. ¿Quién se resiste a cambiar el trabajo honesto, honrado, limpio, con los privilegios corruptos del poder? Por eso los intelectuales callan, los universitarios esconden la cola y Saramago puede demostrar que es grande ante los grandes y un gigante ante los intelectuales mexicanos.

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