Monday, August 30, 2010

La jerarquía no es racista ni discrimina

Desde hace mucho, los supremos jerarcas protegidos por supersticiones, religiones, leyes y militares, han sometido a capricho a sociedades enteras. Si cuando eran reyes, enviaban a los soldados a asesinar a otros pueblos, ahora que se les llama presidentes, se dedican a enviar a los soldados, paramilitares, sicarios y todo tipo de gente armada, para someter a los pueblos que se proclaman autónomos dentro de un país, o que se organizan para defender lo que es suyo.
Jerarquía, es una palabra que han evadido y ocultado desde los llamados humanistas hasta los más genocidas, para disimular, cuando exclaman sus discursos emancipadores, la posición con que sostienen la jerarquía en una sociedad jerárquica.
Una sociedad jerárquica es la que hace de la desigualdad algo común y cotidiano. También, una sociedad jerárquica es la que mantiene a personas dentro de una distinción u honorabilidad que les permite enriquecerse a través del trabajo de miles de personas. Estas características representan de base a una sociedad construida en jerarquía. Por supuesto, si algunos están de acuerdo o no con la desigualdad, es lo de menos, pues lo importante es que sea cual sea su posición, sigan subsidiando la jerarquía.
Los militares que hicieron sus viajes para conquistar pueblos que nunca antes habían visto, no lo hicieron por voluntad divina, sino porque hubo unos altos jerarcas, unos reyes y amos que usaron el dinero que le solicitaban a la población para mantener al país jerarca, y con ese tesoro se pagaba lo necesario para las campañas militares.
Ahora, cuando se hace memoria de las guerras que la jerarquía ordenó llevar a cabo, todos apuntan a uno u otro personaje al que reconocen como el asesino, el genocida, el sometedor y todo eso, pero casi nadie hace mención de que, quienes cometieron los crímenes, fueron enviados por la sociedad jerárquica, con los recursos del pueblo que los altos jerarcas invirtieron para el viaje, armamento y subsistencia de las tropas.
¿Por qué será que esta sociedad ha evadido y ocultado tocar a la jerarquía como tema, pero en cambio señala a una que otra parte que dice despreciar de ésta, una de tantas, la parte bélica? ¿Es sólo la milicia lo más despreciable de la sociedad que mantiene a la jerarquía? Es sencillo saber por qué se han golpeado el pecho con todo pero nunca tocan a la jerarquía.
Claro que lo saben. Esta sociedad es tan jerárquica como aquellas que miramos como si fuera un penoso pasado que deseáramos evitar en la actualidad. Pero no es así porque ahora los altos jerarcas que se llaman presidentes, gobernantes y generales están usando, como hicieron los reyes, el dinero de los impuestos para pagar soldados que asesinan al propio pueblo. Hoy la sociedad se satisface con golpearse el pecho en el pasado y usar sus momentos y personajes para señalar los errores que según se dice, ya no volveremos a cometer.
Pero mientras esto se cacarea, los militares de hoy tienen las armas pagadas por la sociedad y el permiso para dispararlas tan bien como lo hicieron en aquella, ésta u otra jerarquía. La sociedad jerárquica se entera de cómo caen asesinados inocentes y culpables, seres humanos de todas formas, pero lo único que hace la sociedad jerárquica es perseguir espectros para laurearlos o condenarlos, y así nunca pensar algo que enfrente la jerarquía.
Para la sociedad jerárquica, enfrentar a la jerarquía sería en principio, de muy mala educación. Imaginen a unos pobres lacayos plebeyos diciéndoles a sus amos, que el dinero de los impuestos ya no será para pagarles sus millonarios salarios de gobernantes, presidentes, alcaldes, directores, secretarios, artistas y académicos. Imaginen a unos ignorantes envidiosos que no tienen cercanía con los altos jerarcas, ofendiendo con esas palabras a quienes sí tienen autoridad para decidir hacia dónde van los recursos y hacia dónde no.
Cómo sería posible, que los gobernados escribieran en papel la forma en que los recursos públicos deben distribuirse. Cómo atreverse a escribir algo que tocara lo que se estableció en democracia, algo que ya se decidió y es más que inútil pensarlo.
No tiene razón de ser ni de existir.


Camilo Solís