Wednesday, May 23, 2007

Elementos para entender las elecciones locales de mayo de 2007 en Yucatán


Mauricio Macossay Vallado
22 mayo 2007
846 mil personas acudieron a las urnas el domingo 20 de mayo en todo Yucatán, casi el 70% de los inscritos en el padrón. Casi 13 mil personas anularon su voto y 363 mil no votaron.

Se gastaron, según los cálculos más conservadores, unos 400 millones de pesos en las largas e intensas campañas de varios meses. Más de 300 millones gastaron el PAN y el PRI, rebasando por más de 10 veces los montos legales establecidos, con completa impunidad y en medio de una saturación propagandística. El gobierno federal, estatal y municipal de Mérida apoyaron con todo e incluso con varios mecanismos ilegales, la campaña panista que encabezaba Abreu, del grupo de Patrón. Gobiernos estatales como el del estado de México y el de Quintana Roo igualmente apoyaron la campaña priísta, también con variados mecanismos y formas ilegales.

El instituto electoral (IPEPAC) resultó un árbitro débil y permisivo, como el IFE de Ugalde, que no se opuso de modo alguno al gran gasto en las campañas y a la propaganda sucia del PAN, sin que hubiera ninguna consecuencia por ello, legitimando todo, simulando limpieza, transparencia y democracia.

Una avalancha de 423 mil votos hicieron ganar al PRI (Ivonne Ortega) la gubernatura con casi el 50% de los votos emitidos, frente a 364 mil votos, casi el 43%, del PAN (Xavier Abreu), 28 mil votos, el 3.3%, por la coalición de Ana Rosa Payán y 21 mil votos, el 2.5%, por el PRD (Cholo Herrera).

Esta avalancha generó también que 10 de los 15 diputados de mayoría sean para el PRI y sólo 5 para el PAN. Parece que finalmente el PRI se quedará con 14 diputados de los 25 que conforman la legislatura local, frente a 9 del PAN, 1 del PRD y 1 de la coalición anarosista.

La mayoría de los municipios quedan bajo el control del PRI, incluso los más grandes, poblados e importantes, como Tizimín, Valladolid, Progreso, Tekax y Umán, entre otros.

En Mérida fueron a las urnas 329 mil personas, el 63% de los inscritos, poco más de 5 mil anularon su voto y 193 mil no votaron. Todavía hasta el martes 22 de mayo, no se sabe quién ganó. Hay una cerrada votación entre el PAN y el PRI, que ronda el 44% para cada uno, frente al 6.4% de la coalición anarosista y el 1.9% del PRD. No sería nada raro que el triunfador sea producto ante lo apretado de los resultados y la situación estatal, no de los votos de la gente, sino de un arreglo entre PRI y PAN, como parte de los acuerdos reales que siempre manejan en lo oscurito y se cuidan mucho de mostrar.

Los rumores de arreglos y tranzas entre Calderón y el PAN con el PRI, marcaron toda la campaña. Algunos con bastantes elementos de credibilidad, como que el PAN se quedaría, por las buenas o por las malas, con la gubernatura con la legitimación final del PRI, a cambio de mantener el cogobierno discreto, espacios de poder, cuotas, privilegios y canonjías para los priístas, para fortalecer la presidencia de Calderón y al grupo de Patrón (se dice que el verdadero poder detrás del trono lo ejerce Roberto Hernández –el exbanquero de Banamex-); como aquel otro que el PRI obtendría la gubernatura a cambio del apoyo legislativo de éste a Calderón para las “reformas estructurales” que ha comprometido con grandes empresas trasnacionales.

En medio de toda la evidente y cierta manipulación y arreglos cupulares que, al menos desde 1988 con Salinas a nivel nacional y desde 1990 a nivel local, mantienen las cúpulas panistas con las priístas, está la realidad política electoral, el que la gente vote y el sentido de éste. Lo cual mueve el panorama y la correlación de fuerzas entre los partidos y sus cúpulas. Ambos coinciden en la vital necesidad de mantener la credibilidad de las elecciones, como la base de sus propias credibilidades y clientelas políticas y electorales.

Se derrumbó el PAN. Fallaron sus tácticas y sus medios. Obtuvo prácticamente los mismos 364 mil votos que logró en julio de 2006. Frente al PRI que obtuvo 423 mil, 163 mil más que en el 2006. El salto electoral que dio el PAN en 2000, cuando ganó Fox, que mantuvo y consolidó en 2001 cuando ganó Patrón, se vio frenado ahora. De 2001 a 2004 aumentó su votación en 4%. De 2004 a 2006 la aumentó en casi 9%. Pero de 2006 a 2007 no aumentó. De haber seguido la tendencia que traía debió haber alcanzado 397 mil votos. No pudo incrementar su votación a pesar del apoyo gubernamental que recibió, del gran gasto que realizó, del velado respaldo del instituto electoral y de casi todos los medios de comunicación locales, especialmente del Diario de Yucatán (uno de los más importantes damnificados de la debacle panista).

Parece que el desprestigio nacional y sobre todo el local del gobierno de Patrón se impuso. Las trapacerías de los funcionarios estatales y municipales panistas, el evidente enriquecimiento y arbitrariedades de los amigos y parientes de Patrón, el despojo de tierras ejidales, la represión e ilegalidades contra campesinos y jóvenes. La ruptura con Ana Rosa Payán y su grupo y las circunstancias de ésta influyeron significativamente. La propaganda electoral sucia. Las denuncias sistemáticas contra el gobierno panista y sus principales personeros del periódico Por Esto! también les afectaron.

Decenas de miles de votos de jóvenes y muchos sectores sociales golpeados por las políticas panistas, ilegalidades, autoritarismo, corrupción y prepotencia del grupo de Patrón inclinaron la balanza, más que por el PRI, contra el PAN, operando como voto de castigo y buscando aunque sea algunos cambios que suavicen las duras condiciones en que están casi todos los grupos sociales locales. Así como en el 2000 y el 2001 hubo voto de castigo contra el PRI, que cosechó el PAN, ahora se dio el voto de castigo contra el PAN cosechándolo el PRI. El ejercicio del voto ciudadano como castigo es quizá la característica más relevante actual de la tan limitada y manipulada “democracia” mexicana y yucateca. Es el casi único poder político real que el sistema deja ejercer y que la gente, casi fatalmente, acepta y usa.

Desafortunadamente se legitima con este circo, maroma y teatro electoral el sistema político y con él el económico y social, al minimizarse todas las graves irregularidades e ilegalidades cometidas, el enorme gasto y evidente despilfarro, la saturación de propaganda electoral, las campañas vacías y privilegiarse únicamente el resultado, interpretándolo como la expresión de una clara “voluntad de cambio” y “ejercicio ciudadano”, así como de “respeto” a la decisión de la gente, a cambio de quién sabe cuántas cosas y trueques al interior de la clase política panista y priísta.

Se confirma el bipartidismo conservador yucateco que de hecho y de derecho cogobierna, aunque se maquilla exagerando algunas pequeñas diferencias y pleitos públicos entre ambas fuerzas. Se confirma una vez más que el sistema permite todo dentro de los partidos hegemónicos y casi nada fuera de éstos. Ana Rosa Payán y su grupo lo están constatando. Los demás partidos logran algunas migajas del sistema, pegados a los hegemónicos y poco, muy poco, en la fallida aventura electoral anarosista. El PRD obtiene una de sus más bajas votaciones históricas, al nivel de hace 12 años, de las elecciones locales de 1995, aunque sus tribus han aprendido a negociar y obtener pequeñas canonjías para sus grupos, para quienes juegan a la política.

Los intereses económicos, sociales y políticos de fondo, de las corporaciones trasnacionales y sus socios menores que dominan Yucatán y México, que están usufructuando la riqueza regional y el trabajo de millones de yucatecos, están plenamente garantizados con el PRI e Ivonne, de la misma manera que si hubiera ganado el PAN y Xavier. Los cambios son solamente de grupos, de personas, de camarillas que operarán los gobiernos estatal y municipales, así como la cámara de diputados local. Cambiarán algunas formas y modos, y tal vez suavicen algunas de las más duras condiciones económicas y sociales que sufre la gran mayoría de la gente. Los priístas aunque comparten muchas de las características de los panistas en el ejercicio del poder gubernamental, no son tan conservadores, hipócritas y soberbios como éstos.

Este cambio de gobierno local es tan superficial y cosmético como el del gobierno nacional de Fox en el 2000 y como el del gobierno local de Patrón en el 2001. Los priístas que llegan con Ivonne a la gubernatura son los grupos y fracciones neoliberales, reciclados del cerverismo, que se recompondrán en el ejercicio del gobierno estatal, que seguramente llevarán la fiesta en paz y armonía con Calderón y las fracciones priístas hegemónicas nacionales, en sus negociaciones, acuerdos y operaciones políticas con el PAN y las corporaciones trasnacionales

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