ESTAFA PERIODÍSTICA
Róger Aguilar Salazar7 diciembre 2006
Los periódicos comerciales disponen un solo espacio para el efímero estrellato de la gente común y corriente. Equivale al que el periodismo trasnochado otorga a ricos y clase medieros presuntuosos donde, invariablemente, reseñan notas sociales ya que lo mismo para los periodistas tradicionalistas como para sus pares empresariales, ellos y sólo ellos y sus parientes integran la sociedad y a los demás si acaso nos conceden el derechito a la aspirantura eterna con tal de que nos portemos de acuerdo a sus intereses y a sus prejuicios.
El espacio periodístico que la prensa anacrónica, esa que apenas sobrevive ante la aplastante hegemonía de los medios electrónicos, depara al lucimiento de la plebe es la Nota Roja. En sus páginas, no son tanto los delincuentes como las personas que el azar coloca en situaciones liosas las que son pasto de su amarillismo que alimenta el morbo y estimula las ventas sobre todo entre la disminuida gente que vive con el temor de caer en la picota periodística y volverse reyes y reinas efímeras de la mala fama pública que tan generosamente les deparan los estafadores de la verdad y publicistas de las medias verdades y mentiras absolutas.
Abundan las veces en que conductas iguales dan lugar a noticias opuestas según la clase social a la que pertenecen los protagonistas y, por tanto, destinadas a una u otra zona, del escarnio o la apología, que los ministros redactores les dispensan. Por ejemplo, hace unos días un hombre que antes trabajó para una organización caritativa, de esas formadas por desprendidas personas que viven muy bien, fue detenido en una colonia de la ciudad cuando ya había reunido más de 600 pesos, sin tener permiso para hacerlo, con el pretexto de que se aportaría al Teletón. El periódico de la vida penitencial lo calificó de timador sentenciándolo al escarnio de los perturbados lectores de notas rojas..
En las mismas páginas de ese periódico, en cambio, se elogia a los promotores de ese programa falsamente altruista jefaturados por los hombres más ricos de la nación, los que forman la mafia de 20 familias que entre 2000 y 2006 elevaron sus fortunas familiares de 250 mil millones a 555 mil millones de pesos. La gente, potencial pasto de nota roja, es la misma que aporta millones de pesos al Teletón. Son los teletontos que, sin saberlo, colaboran al timo fiscal de la mafia oligárquica que deduce del pago de impuestos incluso las aportaciones que “voluntariamente” le sacan a sus propios empleados.
Llamar timador a un pequeño bribón, succionador para su coleto de unos cuantos cientos de pesos, en página de nota roja y exaltar el altruismo de los gigantes timadores en las exclusivas páginas de sociales no es sino una gigantesca estafa del periodismo servil del gran capital y las podridas instituciones políticas al servicio de éste.
Con estos párrafos iniciamos una columna permanente ya que si engañar a gusto es vicio incurable generalizado en la prensa, desnudarlo y combatirlo es parte de la lucha por despertar las conciencias atrapadas en la maraña de mentiras e intrigas que ayudan a la dominación y opresión de la sociedad por parte de sus archienemigos más poderosos que la explotan y destruyen.
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